MOUNTAKI VASO / Secretaría de Género UIS PyJ de FSM / Noviembre 2024
La mujer ha estado de pie durante siglos, con el peso de la desigualdad y la violencia desde la época de la división de la sociedad en clases, para servir a lo largo de los tiempos a los intereses de los esclavistas explotadores, de los señores feudales, de los capitalistas, que administran más de tiempo, la producción a partir del trabajo de los esclavos y trabajadores.
El movimiento radical de mujeres revela, con motivo de la instauración por la ONU en diciembre de 1999 del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer el 25 de noviembre, la causa generadora de la desigualdad y la violencia de las mujeres, que es la explotación de clases e ilumina el camino de la lucha popular colectiva contra los problemas económicos, políticos, factores sociales, que devalúan la vida humana y causan estragos.
El problema de la desigualdad y la violencia de las mujeres se configura según las necesidades capitalistas de cada época de ganancias empresariales y no surge de la rivalidad entre ambos sexos, ya que sirve para proyectar y ocultar las causas reales que son la explotación de clase de los hombres. y la mujer.
En el sistema político-económico-social que rige el planeta también se desarrollan comportamientos violentos entre personas que tienen los mismos problemas sociales y ejercen violencia física y mental en formas de bullying online, acoso y abuso sexual, asesinato, prostitución y redes de trata de personas. cuerpo humano. En esta sociedad se cultiva desde la niñez la competencia, el egoísmo, el individualismo, lo que predispone a la vulnerabilidad al servicio del sistema de barbarie.
Es el aliento del capitalismo el que envenena las relaciones humanas. Pero muchas formas de violencia son también la muerte de nuestros semejantes, hijos, hermanos, padres, parientes, amigos por el hambre y las guerras imperialistas, la pobreza, la indigencia, el desempleo, la inseguridad, los salarios y pensiones de hambre que no pueden garantizar las necesidades sociales básicas, la jornadas de trabajo extenuantes, la ampliación del tiempo de jubilación en la vejez, la puntualidad, la fiscalidad predatoria de los estratos populares, la falta de tiempo para el entretenimiento, el deporte, el cultivo cultural y la participación social, la comercialización de las estructuras sociales estatales para el apoyo a la familia, la salud, la educación, el bienestar, las personas mayores, las personas con necesidades especiales, de la maternidad, los recursos naturales y la cadena alimentaria, la desprotección ante los desastres naturales, el terrorismo y la represión de las luchas populares derechos, no encontrar trabajo por motivos de género o maternidad, ser despedido por culpa del sindicalismo, la brutalidad de conceptos y tradiciones anacrónicas, la amenaza de guerras imperialistas, los refugiados, el tráfico ilegal de inmigrantes y los infiernos de los centros de detención de inmigrantes, los miles desarraigados y ahogados en los mares, víctimas de guerras imperialistas en busca de una vida mejor.
Los ajustes legislativos al capitalismo para la igualdad de las mujeres no liberan a la mujer y al trabajador de la explotación del empresario, ni de la manipulación ideológica y política y no aseguran las mismas posibilidades para las necesidades populares. Tampoco han tenido en cuenta la necesidad femenina de reproducirse y cuidar de la familia. La igualdad formal promueve una mayor participación de las mujeres en el trabajo asalariado y el reparto de la paternidad y la maternidad, y al mismo tiempo una mayor explotación de los trabajadores, como la igualación al alza de los límites de jubilación.
La presencia de mujeres en puestos de liderazgo en organismos cívicos se ha utilizado en nombre de la «igualdad», pero también para la promoción de medidas antipopulares, leyes antigubernamentales y guerras imperialistas.
En una directiva reciente del organismo rector del capitalismo, la Unión Europea, para combatir la violencia contra las mujeres, el apoyo financiero, de asesoramiento y legal de las mujeres y niños maltratados se orienta hacia los intereses económicos de los estados miembros, con miras a asignarles a organizaciones no gubernamentales y estructuras privadas a un «precio asequible».
Hace 100 años en el país de construcción socialista, la Unión Soviética, una mujer tenía los mismos derechos que un hombre y también los niños, sin importar si eran producto de una unión de hecho o de un matrimonio legal. Las discriminaciones sociales y raciales, las nociones bárbaras anacrónicas sobre el sexo femenino, que no han sido erradicadas, las teorías no científicas sobre la fluidez del género, categorizan a las personas, traman coerción y desorientan el tejido popular de la afirmación de clase de sus derechos.
Asimismo, las corrientes feministas que atribuyen la cuestión de las mujeres y la violencia contra las mujeres al «patriarcado», desligadas de la explotación de clases, exoneran al sistema capitalista y debilitan la lucha colectiva contra la causa que alimenta la desigualdad y la violencia.
El sello de la hipócrita explotación del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer por parte de los gobiernos y partidos que apoyan el sistema de barbarie, lo ponen las medidas antipopulares, antilaborales y antipensionistas, los mecanismos represivos, la privatización de las estructuras estatales para la protección de los derechos humanos de la vida, guerras imperialistas y muertes por hambre. Luchamos colectivamente contra todas las formas de violencia y exigimos estructuras de albergues sociales gratuitos con asesoramiento y apoyo legal, dotados de personal especializado, para satisfacer las necesidades de las mujeres maltratadas y sus hijos.
La participación masiva de las propias mujeres en la lucha colectiva para eliminar la violencia multiforme contra el sistema de explotación del hombre por el hombre es de importancia crítica. (fin).