Por Adolfo Granadino Farías (*)
Cuando el General Andrés de Santa Cruz entró a Lima lo hizo con una tropa de 7 mil efectivos, acompañados por 6 mil mujeres. En efecto, las llamadas, despectivamente “Rabonas”, eran extraordinarias mujeres bolivianas y peruanas, cuya heroicidad superaba en muchos casos a sus pares de la revolución mexicana, las conocidas “Adelitas”.
También estuvieron en las guerras de la independencia. Acompañaban a sus hombres ya sean sus esposos, compañeros, hermanos o hijos. Esa costumbre casi única en el Mundo, tenía su antecedente en las luchas incaicas. “Eso sí, de todas las rabonas de este conflicto, podría considerarse a doña Antonia Moreno de Cáceres como la más representativa de todas sus congéneres.
A pesar que Miguel Grau perdió el combate en el Pacífico junto a la armada boliviana contra el escuadrón chileno (1881), en tierra firme Mamay Grande, como la llamaban los indios cariñosamente, acompañaba a su esposo a la resistencia militar durante la Campaña de la Breña. De día y de noche, sin dejar de coser atuendos y hacer de niñera, recorrió junto al puñado de valerosos peruanos rumbo a la sierra central, con el fin de desorientar a los enemigos invasores.
La rabona del general Andrés Avelino Cáceres fallece el 26 de febrero de 1916 en la capital. Fue enterrada en un mausoleo de la familia en el cementerio Presbítero Maestro, con el tiempo sus restos es trasladada al Panteón de los Héroes junto a su marido. Antonia fue la única mujer que ha recibido este reconocimiento”. (Günter Félix-Tiempo 26) “Las rabonas hacen partir a sus mulas al trote, las siguen corriendo, trepan las montañas y atraviesan los ríos a nado, llevando uno y a veces dos hijos a sus espaldas. Cuando llegan al lugar que se les ha asignado, descargan las mulas, arman las tiendas, encienden los fuegos, cocinan y van en destacamento en busca de provisiones. Se arrojan sobre el pueblo como bestias hambrientas y piden a los habitantes víveres para el ejército.
Cuando los dan con buena voluntad no hacen daño alguno. Estas mujeres proveen a las necesidades del soldado, lavan y componen sus vestidos, comen con ellos, se detienen donde ellos acampan, están expuestas a los mismos peligros y soportan aún mayores fatigas…Cuando se piensa en que, además de llevar esta vida de penurias y peligros cumplen los deberes de la maternidad, se admira uno de lo que puedan resistir.” (Flora Tristán -Peregrinaciones de una paria.)
¿Cómo andaban las tropas peruanas en la contienda de 1879? Veamos un pasaje de las memorias del Mariscal Andrés A. Cáceres: “Era necesario continuar la marcha, pero la mayor parte de los soldados estaban descalzos, por lo que hube de recurrir al gobernador a fin de que requiriese de los moradores algunos pellejos de res vacuna para la confección de ojotas.
En momentos que se levantaba el campamento para proseguir la marcha, llegaron de Ayacucho mis antiguos amigos, Ruiz, Espinoza y More, para darme la bienvenida; pero su sorpresa fue grande al ver al ejército en tan deplorable condiciones, asombrándose que con tales tropas pretendía seguir en la guerra. Les supliqué que guardaran en el mayor secreto lo que veían…”
Tras esas tropas estaba las “Rabonas” específicamente en el Sur del país. En la práctica eran el más eficiente sistema logístico que inclusive hacían de Cruz Roja con atención familiarísima y, brindaban comida caliente y casera al costado del campo de batalla que recién lo logró el ejército Norteamericano en la guerra en Irak. Además cumplía una función importantísima, que en esos tiempos era el flagelo a los mandos militares: La Deserción, la huida, a veces despavorida, de algunos soldados acobardados. Con sus mujeres pisándoles
los talones nadie se animaba a huir.
Pero el Perú de hoy no se acuerda de ellas. En estos días se hablará mucho sobre las mujeres valerosas y principalmente de Europa y de Norteamérica, y de Lima, pero de esas cholas heroínas NO. El racismo sigue siendo estúpido que hasta llega a ocultar la verdadera historia que le brinda dignidad a esta patria violada y saqueada cuantas veces les da la gana a los nuevos dueños del Perú.
Tal vez ellas fueron las precursoras de las mujeres combatientes de hoy, las que envisten a neoliberalismo rapaz, al capitalismo salvaje, al mercado depredador, al empresario embustero, al funcionario corrupto, al juez coimero, al sindicalista vendido, al militar traidor, al periodista mercantilista, al médico asesino, al policía matón, al alcalde ratero y al presidente…
El Día Internacional de la Mujer es celebrado el 8 de Marzo en todo el mundo, pero no lo era en Estados Unidos. Fue en 1994 cuando Beata Poźniak, una actriz inmigrante Polaca, reivindicará, mediante solicitud al Congreso Norteamericano el reconocimiento del Día Internacional de la Mujer en Estados Unido el 8 de Marzo.

En el año 2011 se celebró el Centenario del Día Internacional de la Mujer, y también comenzó a operar la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, conocida como ONU Mujeres. El Día Internacional de la Mujer ha adquirido a lo largo del siglo XX y en lo que va de este siglo, una dimensión universal para las mujeres.
El movimiento internacional en defensa de los derechos de la mujer es creciente y es también reforzado por la Organización de Naciones Unidas –ONU-, que ha celebrado cuatro conferencias mundiales sobre la mujer y ha
contribuido a que la conmemoración del Día Internacional de la Mujer sea un punto de convergencia de las actividades coordinadas en favor de los derechos de la mujer y su participación en la vida política y económica.
Pero ya es tiempo de comenzar a realizar el homenaje esperado a estas heroínas que llamamos “Rabonas”. (fin)
(*) Ex SG de la Federación Nacional de Trabajadores Portuarios del Perú y actual activista del Sindicato CENAJUPE